105 años endulzando el mundo
Reyes y célebres personajes han visitado nuestro establecimiento y han saboreado nuestros caramelos. En este siglo de historia hemos dado a conocer nuestro producto a ciudadanos de los cinco continentes, algo de lo que nos sentimos muy orgullosos.
No muchos saben que don Jacinto Benavente fue uno de nuestros adictos más incondicionales. De hecho, el Premio Nobel de Literatura raramente dejaba de comprar una caja de 100 gramos de nuestros famosos caramelos cuando acudía a su diaria visita al café El Gato Negro. Y tampoco muchos conocen que Victoria Eugenia eligió nuestra tienda como una de sus preferidas en su época de reina. Posteriormente continuarían siendo aficionados a nuestro producto Don Juan y Doña Mercedes desde su exilio en Estoril. Cuentan además que la presidenta Chamorro de Nicaragua, después de visitar España y probar nuestros caramelos, realizaba pedidos recurrentes desde su país en los años posteriores, añorando su sabor, del que quedó enamorada. Algo tendría que ver que también se llamara Violeta.
Parada obligada para los visitantes de Madrid
A todos ellos y a los millones de personas que han podido saborearlos hemos atendido y seguimos atendiendo con la misma dedicación y cariño en nuestra tienda del número 6 de la Plaza de Canalejas desde que Don Mariano Gil, el fundador de la marca, abriera sus puertas en 1915.
No hemos tenido en cuenta la procedencia de nuestros clientes, todos han podido conservar en la memoria de su paladar un sabor y una textura inimitables. Y nos ha llegado gente de los cinco continentes, que paseaban por el centro de nuestra gran ciudad y se paraban en un escaparate diferente, donde el violeta era el color protagonista.
Y muchos han sido los intentos de imitación de nuestros caramelos de violeta hasta ahora totalmente infructuosos; seguramente muchos de los que hayan llegado aquí han podido probar sucedáneos, pero no serán los nuestros, los auténticos.
Una fórmula única
Nuestros abuelos Mariano Gil y Pilar Temiño fundaron La Violeta en 1915. Originariamente, la tienda era una pastelería llamada El Postre, propiedad de nuestro bisabuelo, quien le vendió el local a su hijo en 1915 por 25.000 pesetas. Mariano le cambió el nombre para empezar a vender bombones, fruta escarchada, marron glacé y caramelos.
Los abuelos se casaron seis años después y empezaron a llevar juntos la tienda, ganándose el favor de una clientela que apreciaba los ricos dulces. Ni la Guerra Civil les paró, ni impidió que las puertas de la tiendas siguieran abiertas, en esos años para vender melocotón en almíbar, bocadillos y útiles para la casa (platos, jarrones , etc.. ). Durante la contienda el abuelo Mariano estuvo confinado en su casa y fue la abuela Pilar quien sacó adelante el negocio y se quedó al frente, sobre todo después del pronto fallecimiento de nuestro querido Mariano. El fallecimiento de Pilar hizo que en la década de los 70 continuaran la tradición familiar Teresa, Pilar y Mariano Gil (la segunda generación), que luego nos darían el relevo a nosotras.
Ahora, más digitales que nunca
Vinieron años buenos, florecientes, que también hicieron florecer las violetas en un Madrid bullicioso y familiar, que nos hizo crecer como empresa, aunque siempre manteniendo la calidad y la autenticidad de nuestro producto.
Hasta que en el año 2004 iniciamos también la venta on line, lo que nos permitió darnos a conocer mucho más al mundo. Un mundo que ahora, en 2020, en plena pandemia, nos obliga a buscar nuevos canales de comercialización y de promoción, para seguir ofreciendo a todos nuestro producto único.